miércoles, 20 de febrero de 2008

Tiempo


Tangente CXXVI

Hoy escribiré una línea.
Sólo una porque sólo quiero decir que no tengo nada que decirte.
Porque se me han ahogado las palabras,
porque trato de que tu voz no me importe,
porque quiero escapar de tu mirada
desde que me clavaste las uñas en la sangre,
desde que pretendo agonizar de nuevo
y renacer bajo mis propios designios
en un cuerpo que sea capaz de vivir sin tu cuerpo,
sin tu presencia y tus pretensiones,
en una vida que para continuar no requiera de ti,
ni tus variaciones,
ni siquiera de tu aroma,
sin que me importen las tardes empapadas en tu ausencia,
sin añorar las horas y los minutos que fluyeron hacia tu espacio,
ni pretender recuperar tantas noches de insomnio
porque me debo a ellas,
porque hoy igual que entonces las retomo y las plasmo
sobre el papel y el vacío
como quise tantas veces plasmarlas sobre tus labios,
pero debí contenerme y adaptarme a mis propias incongruencias,
atar mis impulsos y convertirlos en sueños,
tan sólo en eso,
no por cobardía sino por seguir siendo yo mismo,
mientras guardaba mis irreflexiones hundiéndolas bajo la piel,
bajo esta misma que aún se estremece si la dejo recordarte,
si le permito revivir los escasos momentos en que pudo comprobar que existías,
que no eras parte de mis invenciones,
y porque fuiste como eres y lo sigues siendo debo de seguir callando,
viviendo sobre una carne que hace mucho se volvió silencio,
que me invade de pies a cabeza,
que me ahoga las palabras hasta provocar momentos en que como hoy
no tengo nada que decirte.